Por Elmer González
Justamente con la sonrisa de esta imagen lo recordaré. También en los juegos de volleyball de principio de la década de los 80. Así como en cada emprendimiento que entusiasmo forjó. De igual manera en el momento en que me acompañó (sin despegarse) en la despedida de mi madre.
Hay algunos como él, que traen una luz tan especial que después de haberse ido, su sonrisa permanece. En la memoria de muchos que crecimos en esas candentes tierras del sur dominicano, y en específico en ese Cabral de los años 70, 80 y 90, permanecerán las acciones sociales realizadas en vida por Felipito, un ser humano amable, de buen vestir, con honor, respetuoso, solidario; una verdadera mezcla de la deferencia con Don de gente que dio el mejor trato a todos.
Atleta, emprendedor, gestor cultural, fundador y articulador social de espacios de diálogo y acciones para consolidar la comarca de hombres y mujeres más versátiles del país, así como su interés en el desarrollo del deporte y la cultura de su pueblo, y quien en vida fue un ferviente colaborador e impulsor de la integración social en la ciudad más creativa a orillas del Yaque del Sur.
Los eventos tristes que ocurren con la pérdida de amigos, como el caso de mi amigo Felipe, son terriblemente dolorosos. Se va una generación cercana y eso duele y a la vez asusta. “Al final, recordaremos no las palabras de nuestros enemigos, sino el silencio de nuestros amigos”
Luis Ernesto Feliz, agradezco el gran gesto de reconocimiento y amistad que le proporcionaste a ese titan que pudo disfrutar tanto de su pueblo, tanto que nunca envejeció.
Sin duda, seguimos atrapados en ese gran lastre latinoamericano de reconocer su gente buena cuando ya no están.
Paz al alma.
No hay comentarios:
Publicar un comentario