Según los comunitarios a esta anomalía, se le suma la música alta por parte de vecinos que a diario realizan parrandas en sus hogares, por lo que piden a las autoridades controlar la misma, debido a que la copa de la paciencia de los afectados ya se está rebosando.
"No tenemos tranquilidad a ninguna hora del día, producto de estas interminables y fastidiosas bebentinas que ya nos hacen la vida imposible", dijeron comunitarios.
Expresan que los dueños de los vehículos en cuestión y los comunitarios que hacen fiestas en sus hogares que suben muy alto el volumen de sus equipos para sentir la adrenalina de la música, se tornan agresivas cuando los afectados les llaman la atención para que bajen la música.
Señalan que contaminación sónica está poniendo en peligro la paz y el sueño de los que allí habitan, quienes siempre se quejan ante las autopridades, las cuales nunca les hacen caso.
"Estamos desamparados, las autoridades no nos socorren ante esta contaminación sónica, que cada día más nos maltrata y desespera", dijeron Luis Pablo Fèliz y María Dominga Báez.
La contaminación sónica, o contaminación sonora, es el exceso de sonido que altera las condiciones normales del ambiente y de las personas en una demarcación.
La intensidad en decibeles en diferentes fuentes de sonidos es mareos, falta de concentración, afecta el metabolismo del cuerpo, y a las personas.
Las personas expuestas a la contaminación sónica en diferentes escenarios, pueden padecer múltiples afectaciones a la salud, mayormente a las que padecen de enfermedades crónicas.
Las personas afectadas por esta grave anomalía, invitaron al general de la Policía Nacional, Ludwing Miguel Suardi Correa y al gobernador provincial, Carlos Manuel Florián, a que realicen una visita a Cabral para que personalmente escuchen las quejas de los comunitarios en tal sentido.
POR YEYSSON RAFAEL FELIZ
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