El siquiatra César Mella analiza la conducta de Kanqui y Pablo Ross a propósito de los casos recientes
“Kanqui tiene lo que podemos llamar una doble careta, la del comunicador exitoso de la televisión y la del payaso. Los infantes creen, ellos no dudan, y por eso se abusa de su inocencia. De ahí que profesores, sacerdotes, payasos y gente del espectáculo generalmente son los abusadores de esta inocencia”, explicó César Mella, siquiatra, quien analizó para Diario Libre este tipo de acciones.
“Desde la antigüedad se permitía en algunas civilizaciones la pederastia y no era condenada, sin embargo, en nuestras leyes que tienen que ver con la protección de niños, niñas y adolescentes son casos de tipo penal y no civil”, aclaró el profesional.
Con las recientes acusaciones de pederastia, acoso y abuso sexual que fueron impuesta contra el productor de espectáculos infantil, cantante y presentador de televisión Francisco Núñez Morel (el Payaso Kanqui) se rememora otros sucesos que tienen analogía, involucran a figuras públicas.
Según Mella en el caso específico de Kanqui el tipo de delito por el que se le acusa está tipificado como una preferencia sexual llamada pederastia o pedofilia que consiste utilizar con o sin violencia a menores para usos sexuales.
“Él (Kanqui) había dejado pocos rastros, porque siendo una sociedad como es Santiago tan punitiva, tradicional y religiosa, haya convivido tanto tiempo con los padres de estos niños y bajo promesas los traía a la capital o lugares seleccionados. Pero esto tiene una complicidad de muchas personas. Fíjense que hasta distinguidos comunicadores han intercedido por él, así como su productora, quien tenía 12 años trabajando a su lado, es ahora cuando supuestamente se enteró”, cuestionó Mella.
Continuó: “Yo creo que, aunque Kanqui sea susceptible como lo fue el padre Józef Wesołowski de un tratamiento profundo de sicología y siquiatría, eso no lo exime, no le quita responsabilidad frente a niños que quedarán marcados para el resto de su vida y que necesitan por supuesto de una profunda ayuda profesional”.
Sobre Pablo Ross
Mella diferenció el caso de Ross del de Kanqui, porque el del comunicador de la capital se da a lo interno del círculo familiar.
“El cometió actos de violación contra la hija de su pareja o esposa siendo también una menor de edad”, enfatizó.
Y continuó: “Lo que da una característica diferenciadora está en que realmente Pablo no pudo defenderse de los hechos que se le imputan. Siempre hay una Simetría de poder, que lo tiene el que da dinero o sugestiona para ocultar evidencias, ya sea por la edad, la experiencia o la fuerza”, argumentó.
Una pandemia oculta
“Son más los casos que no se han descubierto en algunos rincones de la iglesia y de colegios privados que los que han sido expuestos. La presencia de cámaras, de videos, celulares, WhatsApp y de los métodos modernos de comunicación social han sustituido en gran medida, por suerte a la justicia en la parte investigativa. En el caso de Kanqui ya son cuatro los testimonios, tres de ellos que son mayores de edad y no se habían atrevido a denunciar al abusador”, afirmó y dijo que hay que aclarar que este caso va más allá de un abuso, sino de una violación sexual.
“Se tipifica como violación porque se aprovechó de la inocencia prometiéndoles fama, a veces dinero o una posición en el programa. Había premeditación porque él una vez que las Víctimas cumplían la mayoría de edad los sacaba del programa”, detalló.
Si bien es cierto que se han descubierto casos de varios famosos, posiblemente por cada caso que se han hecho público existan de cinco a diez casos que están bajo el ocultamiento. Así lo refirió Mella, por lo que hizo un llamado a jugar un rol más activo.
Casos de figuras públicas escandalizan más
Tanto en el país como internacionalmente cuando una figura pública está inmersa en un hecho como este trasciende mucho más, esto a juicio de Mella se debe en gran parte al morbo que acompañan las vidas de estas personalidades.
“Esas figuras públicas son las que hacen las noticias porque hay cierto morbo. Se ha perdido el carácter meramente educativo de este tipo de acontecimientos. El papel de las instituciones debe ser más activo, y sobre todo el rol de los padres, en especial cuando en un hogar hay niños que no son de ambos progenitores, comunidad, colegio, familia deben estar ojo visor.
¿Se puede identificar un abusador?
A juicio de Mella no es tan fácil. “No existe una tipificación, entre José WesoLowki, Pablo Ross y Kanqui lo único que se puede concluir es que eran personas respetadas, queridas y admiradas. No hay un perfil que no sea el de un ser humano que se comporta de forma ‘normal’, claro está siempre está el poder y la capacidad de seducción, de sugestionar y convencer a un inocente, porque son gente inteligente. Por lo que tienen la capacidad de escabullirse por su doble moral”, argumentó.
En cuanto a la víctima, si es un menor “a veces el victimario le convence de que no está haciendo nada mal, y se les premia. Ahí la maldad y la manipulación del abusador.
¿Cómo acompañar a un infante abusado? Según Mella se necesita un acompañamiento de un profesional para el menor, y esto va de la mano con la confesión del menor. Una vez que lo hace debe disponer de ayuda sicosocial donde participen profesionales de la conducta, además la familia y las personas de la comunidad deben apoyar a esta criatura, pero no debe utilizarse el trauma vivido por el menor como un elemento de manipulación de la justicia o de intercambio económico en beneficio de la familia de la víctima, para ocultar parte de la verdad. También llamó a los medios a manejar la información lo más cuidadosamente posible, evitar transformar el sufrimiento de la víctima y su familia en sensacionalismo y convertir el trauma de esa familia en un talk show, hay motivar la prevención y la salud mental para la familia afectada.
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