Sin lugar a dudas que nuestro presidente se la comió como decimos los cubanos. Y como dijo Balaguer refiriéndose a Peña Gómez se hizo pupú fuera del cajón.
Públicamente hago de una forma categórica que apoyé a Danilo Medina Sánchez en su primera gestión. En esta segunda ocasión no lo apoyaré. En la vida uno tiene que ser coherente. Puede ser mil veces presidente el señor Medina, pero para mí vale lo que un Merengue en la puerta de una guardería infantil. Políticamente no vale un cacahuate. Su palabra que era lo único que le quedaba se desplomó en un estrepitoso discurso de 15 minutos los cuales echó por tierra toda una trayectoria política que vino formando desde la década de los 70. La esperanza de un pueblo que estaba inclinada en la balanza de la justicia a favor de este hombre se disipó, porque los dominicanos esperábamos de Medina que le diera una lección política a todos los camaleones de turno que han pasado por la silla de alfileres desde la fundación del país. El Tigre ha demostrado sus garras.
Leonel Fernández ahora en un niño de teta ante la figura decaída y paquidérmica de nuestro presidente. Hay un refrán que dice que la ambición rompe el saco. Escuché el discurso que para mí fue una eternidad. Ciertas palabras deben reservarse fríamente para marcar en el anca con ellas a los malvados que pretenden salvarse de los deberes del sacrificio necesario, o remendar la vanidad mal herida, con calumnias de que suelen, con superior decoro, retraerse los salteadores de caminos. Danilo Medina ha demostrado que es un político más de la parcela bochornosa que ha parido el país desde 1844. Y lo digo responsablemente quién miente a subienda de modo que la mentira manche una fama incólume y útil a la patria, es un bandolero.
Dándole el margen de la confianza pensé que nuestro presidente tenía mucho mas grandeza que la de arrastrarse como un ciempiés tras la búsqueda de cuatro años más. Nunca leyó a Fernando Belaunde Terry. En verdad que me he quedado boquiabierto con el discurso de justificaciones, hueco, sin contenido alguno, solamente el de la ambición de continuar mandando al país en medio de una crisis agudizada en todos los sectores que en cuatro años no ha realizado nada. Desde el sistema sanitario del país hasta los centros de educación que son escuelas sin pupitres es francamente bochornoso. El cieno o el polvo se caen de sí mismos, y es mejor dejarlos caer que poner mano sobre ellos.
Hoy hago el llamado. De malvados es parar el brazo, o herir el costado de aquellos cuya gloriosa culpa es haberse dispuesto a tiempo para atender a las consecuencias inevitables de una situación que hoy reconocen, contritos y azorados, los que no tuvieron juicio o valor para preverla. En estos momentos que vive la República, hay camaleones que se cruzan de brazos ante el deshonor y la ruina, y aún se sientan con ellos a la mesa, por lo gustoso de vivir, antes que salir por lo áspero del mundo y buscar remedio a la ruina del deshonor. A los uno la patria los llamará siempre: CÓMPLICES. A los otros lo llamará: PADRES.
Y usted que se blasona de amar a su Patria no se olvide que somos el freno del despotismo futuro, y el único contrario eficaz y verdadero del despotismo presente.
Con el discurso de nuestro presidente Medina, he aprendido de nuevo la lección que nunca fueron juntos apóstoles y mercaderes. Me equivoqué, porque afirmé por cuatro años que nuestro presidente era El Águila del Sur. Inflé un tomeguín para que pareciera un Águila.
©Daniel Efraín Raimundo.
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