Por Ezquiel Días
Cuenta la leyenda bíblica de un gigante filisteo llamado Goliat que, utilizando armas tecnológicamente avanzadas para el momento y acompañado de un ejército bien entrenado, decidió enfrentar a un pequeño pueblo llamado Israel. Para aquel entonces, era una lucha desproporcional y en la que, honestamente, el ejército de Saúl, rey de Israel, no quería participar.
Cuarenta días pasaron en los que un día tras otro Goliat, se burlaba de sus contrarios y los incitaba a que alguno de ellos asumiera el reto de pelear contra él.
David un joven intrépido de la zona y pastor ovejas decidió aceptar ese reto.
Luego de contar con la anuencia de un rey escéptico, este joven preparó su estrategia y marchó a la batalla con sus únicas armas: una honda y 5 piedras lisas del rio [en el sur le decimos callao a esas piedras].
Es una de las historias más conocidas en el mundo cristiano después de la de Jesucristo: el enfrentamiento de un chico con coraje y un gigante que amenazaba con matarlo y esclavizar a toda una población. ¿Pero que le hacía suponer a David que ganaría esa batalla? David tenía un plan definido y confiaba en su Dios y la experiencia que había adquirido en el uso de esa arma, por cierto un arma muy imprecisa, lo que ha de suponer que David era un experto al acertar en la frente de aquel gigante.
Más de 3000 años han pasado desde aquella hermosa epopeya y en la República Dominicana nos encontramos con un escenario parecido: la lucha entre Danilo Medina y Luis Abinader.
Si bien es cierto que Danilo Medina es el gigante de esta historia, no menos es cierto que entre su ejército reina el descontento y la incertidumbre. Su más reciente decisión de perpetuarse en el poder amenaza con llevarse todo a su paso, a costa de lo que sea, e incluso corrompiendo las bases de una sociedad democrática [el juego entre el gobierno y la oposición].
Solo hay que cuantificar los daños colaterales en las filas del Partido Revolucionario Dominicano [PRD], producto de una decisión poco calculada al apoyar el proyecto ley de reforma a la constitución y con la única intensión de asegurarse concesiones y prebendas de unos cuantos. De hecho, ya se evidencia públicamente cierta desbandada en las huestes de Vargas Maldonado y es obvio que el PLD no se beneficiará tanto de tales acuerdos.
Con los acuerdos arribados, en lo interno del PLD se ha impregnado un sentimiento de indiferencia o apatía de los miembros del partido oficial, en cuanto a salir a buscar los votos, especialmente por candidatos impopulares. Unas “negociaciones” que le robaron a la membrecía peledeísta hasta el derecho de aspirar tanto en la lid electoral como en el congreso elector del partido; lo que a simple vista me hacen pensar que los problemas del PLD están por empezar. Tal vez su proyecto de reelección no sea malo y yo, en lo particular, comparto el modelo propuesto, pero las concesiones a las que se arribaron nos hacen preguntar: ¿vale la pena aportar tanto para complacer las aspiraciones de un presidente popular? La respuesta a esa pregunta es lo que una buena parte de la población espera recibir, población ésta que, en principio, probablemente simpatizaba con la repostulación del primer mandatario.
Por otro lado, el señor Abinader, el David de la política dominicana, desde mi perspectiva, si verdaderamente quiere competir en las próximas elecciones, debe empezar por fijar posiciones claras en cuanto a temas de interés nacional.
Sería iluso pensar que su partido el PRM, sin su fuente natural de recursos [el PRD] podrá enfrentar exitosamente al omnipotente y casi partido único en la República Dominicana, el PLD.
Desde ese punto de vista, solo le queda a Lic. Luis Abinader hacer uso de su oratoria [su honda] y explicarnos como transformaría a un país lleno de escuelas y carente de educación en una sociedad modelo, donde se respeten las normas de convivencia y los derechos fundamentales del ser humano. El ejemplo está ahí, el presidente Obama en los Estados Unidos ganó porque supo transmitir sus ideas, mas no creo que todas las inquietudes del pueblo dominicano se expliquen en el cliché de “cambiar el modelo económico”.
Se hace necesario para el David de nuestros tiempos seleccionar bien sus callaos para enfrentar de tú a tú, cuerpo a cuerpo al Goliat de la política dominicana.
En fin, en política nada está escrito y como en los tiempos de Goliat, la determinación de David por defender a su pueblo le dio como recompensa la victoria frente a un gigante aparentemente invencible. Faltaría ver con cuáles piedras cuenta el candidato Abinader para enfrentar a Danilo Medina.
ezeq37@gmail.com
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