No hay cosa que moleste e irrite mas que una comparación absurda entre las leyes, culturas y realidades entre un pais y otro, pues lo que aplica en uno no necesariamente, hasta por cuestiones de idiosincrasia se podria aplicar en el otro. Dichas comparaciones transnacionales están a la luz del día con el tema de la restructuración social que nos trae la sentencia del tribunal constitucional.
La sentencia 168-13 que define claramente la dominicanidad, crea por consecuencia un sistema de castas sociales en la republica dominicana.
Los dominicanos, los naturalizados haitianos criollos, y los ilegales. El común denominador de estas tres categorías es que todos nacieron en la republica dominicana, pero mientras a nosotros los Dominicanos nos toca nuestra ciudadanía por nacimiento, nos sentimos leales a nuestra cultura, historia y bandera, las otras dos categorías son legalmente segregadas de nosotros por dicha sentencia.
Digo legalmente pues no es un secreto que estas personas viven en una sub-cultura, que sus costumbres no son las nuestras, y es de entender pues estos haitianos criollos y sus padres ilegales crecieron en los batelles de nuestra republica, mantuvieron su lenguaje patua, el vudu y su gastronomía, entonces por razones obvias se puede decir que aunque nacieron en nuestro territorio su lealtad esta dividida o sino mínimamente condicionada.
Es ahí la importancia de la ley que nos ampara y nos protege, que nos garantiza elegir y ser elegidos por y como Dominicanos. Pero que esta ley sin un brazo fuerte que la haga cumplir, no es mas que un pedazo de papel en una letrina. Es imposible empezar a hablar de naturalizaciones a estos haitianos criollos sin una acción fuerte y contundente de deportaciones masivas de estos hermanos haitianos, de extirpar de cada barrio, pueblo, campo y loma estos canceres de pobreza y foco de enfermedades.
Hay que entender de una vez por todas que en todos los países del mundo hacen falta inmigrantes, pero solo lo que les convenga al pais, no cuantos necesiten resolver sus problemas, eso es asunto de martelly, o el próximo bailarín de turno del hermano pais.
Solamente después de dicha acción y un posterior cierre herméticamente de nuestra frontera debidamente militarizada se puede empezar a hablar de naturalización y regularización de estas personas nacidas en nuestro territorio.
Nuestros amigos intelectuales nos preguntan: y los Dominicanos que nacen en Estados Unidos, les gustaría que le hicieran lo mismo? Claro que no, así como los niños de padres Dominicanos que nacen en Suiza, Japón , España, Alemania, etc…
Les gustaría ser ciudadanos de estos países al nacer, pero no lo son, ellos tienen que pasar un proceso antes de obtener dicha ciudadanía porque así lo manda la ley y punto. Al que no le guste las leyes de mi pais esta en su derecho de regresar a su pais de origen o al de sus padres, nosotros les compramos el pasaje.
De paso si quieren llevarse dos o tres docenas de defensores de sus derechos "patrios" con ustedes, también se lo pagamos, aunque no se sorprendan que cuando les hagan la propuesta, estos se conviertan en mas Duartianos que Duarte.
CARLOS J. DÍAZ GÓMEZ
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