El VALLE, HATO MAYOR. Juan Cimarrón, es un hombre de aproximadamente 43 años de edad, que nació entre árboles y pastizales en el Parque Nacional Los Haitises, donde lleva una vida nómada, descalzo y desnudo pese a las inclemencias del tiempo y el desalojo llevado a cabo por el gobierno de Joaquín Balaguer en 1991.
De tez negra, mirada penetrante y cuatro pies de estatura, este enigmático hombre ha vivido durante más de 40 años alejado de la civilización, alimentándose con víveres, arroz y trepando árboles frutales.
Aquí se desconoce cuándo se separó de su familia para vivir en el monte y nadie reclama algún tipo de consanguinidad con él. Se comenta que desde muy joven vivía separado de sus padres, a los que visitaba cuando requería alimentos y que al ser éstos desalojados del Parque quedó en el mismo viviendo como un nómada.
Despide un extraño olor que se percibe muy alejado de él, pues no se baña y su cuerpo se moja solo cuando llueve copiosamente. Duerme y hace siesta en una zahúrda, cuchitril o tabuco, construido con dos palos y un caballete, forrado con pencas de yagua de palma real.
Como en la época del paleolítico, Juan Cimarrón, como es conocido por las escasas personas que lo han podido ver, obtiene fuego frotando dos piedras volcánicas, que abundan en la zona.
El fuego es su acompañante durante el día para cocer sus alimentos y la noche para dormir, ya que agita la candela en la oscuridad al parecer para evitar ser atacado por los mosquitos, serpientes, macos y roedores mientras duerme.
Pocas personas en el municipio agrícola de El Valle, distante a unos 17 kilómetros al Oeste de donde aguarda el hombre cimarrón, conocen de su vida silvestre y creen que es una leyenda, porque nadie podría sobrevivir tanto tiempo en el bosque.
Juan Cimarrón trepa las matas de coco con rapidez y agilidad asombrosa. Parece como si tuviera garfios metálicos en sus extremidades y cuando no puede trepar un árbol entonces derriba el árbol por el tronco, con un machetico sin cabo que afila frotando con una piedra volcánica.
De hablar fañoso, entrecortado, es gago porque al parecer tiene frenillo en la lengua. En la mayoría de los casos solo emite sonidos guturales. El entorno de la “casa” donde malvive luce limpio y resulta extraño que cace animales para alimentarse.
El pelo le crece copiosamente en la cabeza, axilas y resto del cuerpo, pero Radhamés Peguero, un hombre que tiene un kiosco en la comunidad del Kilómetro 4, próximo a donde pernocta Juan Cimarrón, afirma que de vez en cuando lo recorta y afeita.
Solo a Radhamés tiene de amigo y a él le trueca o vende los cocos secos por arroz.
Pedro Martínez Cisneros, famoso personaje del Municipio El Valle que carece de sus dos piernas, labora su parcela y trepa a los cocos como si nada, dice que conoce a Juan Cimarrón y que hace unos siete años se enfrentó con él a los machetazos y que pudo salvar su vida milagrosamente. Todo esto porque se acercó a su hábitat. Cuando visita propiedades privadas contiguas, Juan Cimarrón saca la yuca, batata, ñame y se carga con la mejor y deja la rabiza. A los plátanos les corta las manos más grandes y deja la mata parada.
“Donde él vive está limpio, barrido y los árboles alrededor del taburete que le sirve de morada los ha cortado, para que le entre la claridad del sol y de la luna. Además aborrece a los animales aunque no los mata”, sostiene Pedro Martínez Cisneros, quien abogó porque las autoridades traten de sacar a ese hombre del bosque y llevarlo a un centro hospitalario o un lugar donde se pueda hidratar y alimentar.
Aunque en la zona abundan los peces, jaibas y camarones, prefiere alimentarse con víveres y frutas.
Juan Castillo, un agricultor que tuvo que defenderse de los ataques de Juan Cimarrón, pidió a las autoridades de Salud Pública acudir a su rescate, para que prolongue su vida, porque mosquitos, jejenes y la inclemencia del tiempo le están achicando la vida.
“Ese hombre puede vivir civilizadamente, vive nómada porque no ha encontrado a alguien que corra en su auxilio”, expresa Castillo, quien ha podido hablar con el hombre y asegura que es nativo de San Cristóbal.
Sostiene que Juan Cimarrón nació en Los Haitises, pero que con el desalojo sus padres se fueron a vivir a Los Hatillos de Hato Mayor y jamás volvieron por él.
Cama de tierra
Para dormir, el extraño hombre, zanjó o hizo un boquete en la tierra al tamaño de su cuerpo, donde se tiende al lado de una hoguera que no cesa la llama. Se cree que utiliza piedra de sal para mantener fuego a su alrededor.
En el día se le ve mayormente trepado en los árboles, unas veces meditando, otras picándolo para alcanzar algún fruto.
Utiliza una cantimplora antigua de aluminio para cocer los alimentos, pero no utiliza aceite ni sal. El agua la busca en arroyos y ríos cercanos.
En tiempo de lluvia nadie lo siente, sospechándose que se refugia en alguna caverna de las que abundan en la zona.
¿Guarda un tesoro?
Hay quienes sospechan que Juan Cimarrón pudiera guardar un tesoro en ámbar, ya que se le ha visto cavar en túneles y extraer objetos que carga celosamente, aunque no se sabe dónde esconde.
“El confeccionó un macuto o saco en fibra de majagua, que extrae del árbol que abunda en la zona y en el carga cosas, que nadie sabes, pero que sospechamos es ámbar”, indica Martínez Cisneros.
Tomada de lascalientedelsurnet
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