De Suzira Miranda
Esta es la historia de una Hermosa joven, quien se encontraba sentada en el asiento de un tren; El tren era espacioso, cómodo y ella se encontraba en un lugar privilegiado pues le había tocado un asiento con una gran ventana protegida de un delgado cristal que le permitía ver hacia fuera con mucha claridad dándole la sensación de que estaba casi presente en cada escenario.
Sentada en aquel lugar contemplaba con mucho asombro la belleza de las flores en primavera, que hermosa son, pensaba cada vez que las veía y sin darse cuenta podía apreciar los rayos brillantes del sol reflejándose en el mar gritando: ha llegado el verano, allí sentada imaginaba lo maravilloso que debía ser sentir ese calor sobre su piel, pero luego repentinamente llegaba la lluvia y aquellos verdes árboles pronto de veían sin hojas, cubriendo el suelo de un color naranja y marrón que daba la impresión que la lluvia se llevaba consigo todo el verde y traía envuelto de sus vientos los hermosos colores otoñales, pero sin ni siquiera tiempo para disfrutarlo en todo su esplendor, todo se estaba cubierto de blanco dejándole saber con esto que el frío invierno había llegado, y ahí seguida sentada, pero no estaba angustiada ni triste pues sabia que algún día terminaría ese viaje y llegaría aquel maravilloso lugar donde seria muy feliz.
En cada estación el conductor hacia un anuncio, informándoles a los pasajeros que podían bajar del tren en el momento que desearan solo tenían que decidir bajar y el tren se detendría y las puertas estarían abiertas, pero aquella joven aun no sentía que había llegado al lugar deseado, siempre le faltaba algo, esperaría por el sitio adecuado.
Un día se sentó a su lado un viejo hombre, que raro casi siempre son personas jóvenes que suben a este tren, pensó, pero le dio la bienvenida con una amplia sonrisa. - Buenos días bella joven, dijo el anciano. - Buenos días contestó ella, mirándolo con mucho agrado. - Que hace una joven tan hermosa sentada aquí sola, cuando hay tantas cosas que hacer allá afuera. Dijo el viejo hombre. - Lo se dijo ella, pero aun no llego, he mirado siempre afuera pero no he visto el lugar que busco, - No quiero conformarme con cualquier cosa, quiero algo muy especial para mi, afirmó la joven con un tono que parecía querer convencer al anciano de que ella tenia la razón. - Cuando me miras, Que ves? Pregunta el caduco señor - Un anciano, contesto la muchacha - No siempre fui un anciano.
Sabes como se llama este tren? Le dice el viejo hombre buscando en sus ojos una respuesta sincera. - No, no se como se llama dice ella llena de dudas. - Se llama el tren de la espera, todos los que estamos aquí sentados esperamos algo para bajar de el y vivir, cuando llegué aquí era tan joven como tu, pero si no lo has notado cada vez que llega la primavera y termina con el invierno significa que el tiempo esta pasando, no te das cuenta pero en cada repetición se lleva consigo tu juventud, tus fuerzas, tus energías, para cuando lo notes no podrás volver atrás, habrás perdido mucho tiempo de tu vida sin haber hecho nada, dijo aquel anciano tratando de que aquella joven entendiera la importancia de su relato. –
Pero si aun no he encontrado el lugar perfecto para yo vivir, considero que es un error bajar del tren, dijo ella. - Nunca es un error vivir, en este tren todos esperan cosas diferentes, unos esperan dinero, otros belleza, algunos amor, todos tienen una razón diferente para caer en la trampa de la espera, abre tu corazón y deja de esperar , debes salir tu misma y buscar ese lugar que quieres aquí sentada nunca lo veras, dijo aquel viejo con palabras llenas del mas cálido cariño.
Fue entonces cuando ella mira sus manos y se da cuenta por primera vez que no es tan joven como cuando subió al tren y su corazón por primera vez sentía una gran necesidad de bajar de aquel tren, Repentinamente apareció una puerta justo frente a ella, caminó y bajo de aquel lugar.
Al llegar a tierra alcanzó a ver aquel jardín que veía a través del cristal, corrió hacia él y tomo en sus manos una flor, sintió su textura y una fresca brisa de primavera le trajo aquel aroma que solo imaginaba, no podía creer todo el tiempo que había perdido, ese era una magnifico lugar para vivir, siempre estuvo allí . Que sensación tan maravillosa es vivir, puedo sentir los rayos del sol, la brisa en mi cara, la tierra bajo mis pies, soy libre de correr para donde yo quiera, sin estar atada aquel viejo asiento, pensaba con frecuencia.
Una tarde de otoño viendo las hojas caer y sin ser tan joven como antes, tomo una decisión muy importante, le angustiaba pensar que muchos jóvenes al igual que ella aun estaban sentados en aquel tren, perdiendo el tiempo esperando cosas que nunca llegaran, y pensó subiré de nuevo al tren, pero ya no voy a esperar nada, le hablare a los demás y lograre que bajen del tren.
Y así lo hizo, de repente estaba allí en el tren pero lo veía de una manera distinta ya no sentía expectativas de llegar a ningún lugar, sus razones eran otras, iba de vagón en vagón, como aquel que predica la vida y cada vez que alguien bajaba de aquel tren su cara se iluminaba de alegría, “Era alguien mas que dejaba de vivir su vida a través de un cristal”
Suzira Miranda (Autora)
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