El ingeniero Simón Tomás Fernández, amigo íntimo del extinto mártir Manuel Aurelio Tavárez Justo -Manolo-, reveló este sábado en la Z101 que el asesinato del guerrillero fue orquestado por le Pentágono y la Embajada estadounidense.Fernández indicó que aproximadamente diez años después de la muerte de Manolo, en una conversación con quien fuera presidente a la hora de su ejecución, Manuel Enrique Tavares Espaillat, éste le confesó que para entregarle el cadáver de Tavárez Justo, tuvo que consultar la Embajada norteamericana en el país.
“Meses antes de su muerte, conversé con Manolo y le dije que hizo un juramento público para defender la democracia del país, pero que para hacer esto tendría que enfrentarse al poder militar y político de República Dominicana, apoyado por el poder norteamericano. Él me respondió: 'Yo estoy consciente, pero si a esta altura le digo a los muchachos que nos echemos para atrás, me recordarán como un sinvergüenza'”, relató el también historiador.
El ingeniero señaló que se enteró de la muerte de Manolo el domingo 22 de diciembre a las 12 de la noche, cuando pasó frente a su casa una patrulla de oficiales vociferando ¡Ya acabamos con los comunistas!
Indicó que a las 7:00 de la mañana del día siguiente, cuando se vestía para ir a su trabajo (en una fábrica de block), recibe la llamada de la madre de Manolo Tavárez, (Josefa Justo Rosseau), quien le confirmó la muerte del guerrillero y le pidió que hiciera las gestiones para que le entreguen el cadáver de su hijo.
“Ella me dijo: 'Te llamo porque ya mi hijo está muerto, yo sé que está muerto... necesito que hables con los jefes militares de Santiago y les pidas que me entreguen el cadáver, tú tienes muchas relaciones en Santiago'”, contó.
Tomás Fernández -relata- subió a su vehículo y a seguidas se acordó que conocía al padre de Adriano Valdez Hilario, comandante de la plaza militar de esa ciudad.
Dijo que el padre de Valdez Hilario le consiguió una entrevista con el alto oficial.
“Fui a la fortaleza San Luis y allá el oficial me preguntó cuál era mi situación, yo le expliqué pero me respondió que la entrega del cadáver no dependía de él, sino del jefe del Ejército quien a su vez me remitió a la Presidencia del Estado, dirigida por el triunvirato”, comentó el historiador.
Indicó que posterior a eso tuvo que hablar con Ramón Tapia Espinal, quien pertenecía al gobierno del Triunvirato, y facilitaría las acciones para que se entregara el cadáver de Manolo.
“Viajé con dos acompañantes más en una camioneta y llegamos a Las Manaclas a la una de la tarde del 23 de diciembre. Adriano Valdez me había dicho que procurara al teniente Martínez, quien nos mostró los cadáveres de los expedicionarios en una cuneta de profundidad de 80 centímetros. Estaban cubiertos por tierra con pana, puestos en línea, la mayoría boca arriba”, precisó Tomás Fernández.
“El cadáver de Manolo fue el primero que detecté porque tenía las manos fuera de la tierra y yo me di cuenta que eran las suyas porque eran largas y en La 40 ya le habían sacado las uñas. A Manolo le dieron un balazo en la nuca que le desprendió la masa encefálica, también tenía heridas en otras partes del cuerpo”, contó.
Tomado de z101digital.com
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