Las Cachúas de Cabral - Campesino Digital

Notas:

miércoles, 18 de mayo de 2011

Las Cachúas de Cabral


Folklórico y colorido carnaval
cimarrón une comunidad

Alegre y divertido. Cada año, en el primer fin de semana después del asueto de Semana Santa, la gente de Cabral le da rienda suelta al entusiasmo y celebran un singular y pintoresco carnaval que termina en un fiestón


Cabral, Barahona. Un ruido de foetes, sincronizado y ensordecedor, precedió a la quema de un muñeco de paja que simboliza a Judas. Niños, mozalbetes, jóvenes, hombres y mujeres, iracundos, patearon sin misericordia y a su antojo al inofensivo traidor con figura humana, el cual finalmente, ardió en llamas.

La escena es característica del popular “Carnaval de Las Cachúas”, que se celebra cada año en esta laboriosa comunidad durante tres días, el fin de semana siguiente después del asueto de Semana Santa. Este tradicional carnaval forma parte de lo que se conoce como carnaval cimarrón y data desde la época de la colonia.

Relacionado en muchos casos con celebraciones religiosas, el carnaval es un festejo público que toma lugar principalmente en el período de Cuaresma del calendario cristiano. Sin embargo, también se pueden encontrar o llevar a cabo carnavales en diferentes momentos del año, cuando lo que se busca es festejar por otras razones diferentes a las religiosas.

El Carnaval de Las Cachúas se ha mantenido en Cabral como una tradición arraigada. También se celebra en otras comunidades de la región suroeste del país. Es un carnaval interesante, auténtico, alegre, lleno de colorido, en el que los lugareños más diestros y experimentados demuestran sus habilidades y destrezas con el foete, así como en la elaboración de los disfraces sencillos o de las rústicas y máscaras.

No tiene concepciones, ni es comercial. Tampoco tiene atractivos turísticos. Apenas es estético. Pero la gente de todas las edades participa de manera entusiasta y disfruta al máximo de su esplendor. Aunque ocasionalmente durante la celebración asoman vestigios de violencia entre grupos que dirimen sus diferencias a golpe foetes o intercambiando pedreas, el carnaval es un espectáculo digno de ver.

Las máscaras, en su mayoría, son artesanales. No son cuidadosamente elaboradas, como ocurre en otros carnavales. Cada quien se agencia su propia máscara, su propio disfraz. Algunos lo hacen con un viejo pañuelo y tres agujeros donde sobresalen sus pupilas y la boca. Otros se disfrazan con viejas indumentarias y disfrutan tanto o más que aquellos que llevan vistosos y coloridos disfraces. Pero el disfraz más original es el que simboliza a la típica cachúa, una especie de animal con solo un cuerno.

Participación del pueblo. Todo el pueblo y disfruta de la fiesta ancestral que festejan en Cabral hace cientos de años. Algunos personajes muy conocidos, con experiencia en este tipo de celebraciones, conducen el evento con dedicación y entusiasmo, como algo muy suyo, como una expresión propia. Lo hacen para reafirmar sus tradiciones, su personalidad como pueblo.

Como es tradición, en el Carnaval de las Cachúas, la gente se integra: tanto los que participan con máscaras y disfraces como los que simplemente van a mirar, o se detienen frente a sus hogares observar las celebraciones. Para esta comunidad, el “Carnaval de Las Cachúas” es uno de los cortos períodos más alegre y divertido en todo el año porque durante tres días todos pueden olvidarse temporalmente de los problemas que los agobian y disfrutar de las festividades.

Durante el proceso, se hacen peregrinaciones a distintos lugares. La costumbre es darle un foetazo a la gente que van al carnaval sin disfraz, que no lleva trajes y máscaras. La multitud desfila en procesión por las calles del pueblo, cargando con el Judas, un muñeco hecho de paja al que, finalmente, le espera un trágico final.

Judas es pateado, maltratado, apedreado y, finalmente, quemado dos veces. Primo, el muñeco de paja, es conducido al campo deportivo de la localidad. Allí los participantes descargan su furia, su ira contra el personaje que, según el Evangelio, traicionó a su Maestro. Después de convertirlo en cenizas, la multitud se traslada al cementerio municipal.

En el campo santo, se repite el estruendoso ruido de los foetes. Durante un buen rato, el cementerio da la impresión de ser un campo de batalla o el escenario de un espectáculo de pirotecnia.

Los ánimos se exacerban. Las pasiones se encienden. La gente sube a los panteones, mientras los que tienen oportunidad aprovechan para golpear a Judas. La ejecución está en su fase final. El muñeco mejor elaborado, previamente escogido, es rociado con combustible y simple ceniza. Mientras las llamas se mantiene vivas, se escuchan incesantes gritos y alaridos que se mezclan con el explosivo y ruidoso sonar de los foetes. Concluida la quema de Judas, la gente se organiza para trasladarse a un lugar del pueblo, donde todos festejan en grande, con una suculenta comida, bebidas y música a todo dar.

Sobre Judas. Judas Iscariote fue uno de los apóstoles de Jesús de Nazaret. Siguió a su maestro durante su predicación por Judea y Galilea y, según los Evangelios, fue el apóstol traidor que reveló a los miembros del Sanedrín el lugar donde podían capturar a su Maestro sin que sus seguidores interfiriesen, tal como había anunciado el propio Jesús durante la Última Cena. Judas ha pasado a la tradición cristiana posterior como el traidor. La animadversión popular hacia el personaje se expresa fielmente en la quema, apedreamiento o linchamiento ritual de numerosos muñecos llamados Judas en Carnaval.

Zoom

¿Qué es Cachúa?

Según Dagoberto Tejeda, Sociólogo, folklorista y avezado investigador de este tema, el término Cachua significa lo siguiente: “El nombre de Cachua viene por esconder los pequeños cachos con la cabellera de colores de papel crepé y nunca con pinturas industrializadas elaboradas artísticamente con la técnica del papel maché, donde se destacan la del maestro caretero, jefe de Las Cachuas, Temistocles Them, (Temito), líder carismático, amante de las tradiciones de su pueblo”.

Atracción turística

El arqueólogo Adolfo López opina: “El carnaval de Las Cachúas que se celebra en la comunidad de Cabral es muy original, porque tiene momentos de mucho clamor popular y de mucha simpatía. Es muy interesante. Este carnaval debería integrarse dentro de lo que es la ruta del esclavo, porque es una de las celebraciones que más profunda y auténticamente recuerdan la época de la esclavitud.

Pero, a mi entender, este carnaval tiene un alto componente de agresividad. Creo que estas manifestaciones de violencia hay que controlarlas, porque de hecho, esta manifestación cultural puede convertirse en un atractivo turístico para la comunidad de Cabral. Realmente a ningún turista le gustaría que lo lleven a un lugar donde haya personas lanzándose pedradas, o dándose foetazos. Es algo inaceptable para el turismo.

Si se logra controlar esta faceta del carnaval, y me parece que no es difícil lograrlo, Cabral podría incluirse entre los recorridos turísticos de esa región. Esta fiesta popular podría enfocarse a los atractivos turísticos.

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