Luis Fernando Afanador, crítico literario de SEMANA, escoge los mejores y se inclina por la no ficción.
1.El hombre nómada. Jacques Attali. El sedentarismo es un breve paréntesis en la historia de la humanidad. El hombre nace del viaje, es la carrera de un bípedo –el australopiteco– que baja de los árboles, se endereza y se echa a andar por África, Europa, Asia, India, Indonesia y China. Este apasionante libro es la historia contada desde el punto de vista de los nómadas.
2. Verano. J.M. Coetzee. ¿Qué escritor escribe su autobiografía para darse garrote? J.M. Coetzee lo hace en esta autobiografía sui géneris, que no es un ejercicio de masoquismo sino de modestia: los importantes son siempre los otros; entender eso es lo que hace verdaderamente grande a un escritor.
3. No hay silencio que no termine. Íngrid Betancourt. Se ha dicho que este testimonio posee una gran calidad literaria. Y es cierto, si entendemos la literatura como algo que nos hace vivir una experiencia ajena. Aquí estamos con Íngrid en la selva, sufrimos con sus malogrados intentos de fuga. La narración triunfa sobre la narradora.
4. El sueño del celta. Mario Vargas Llosa. El patriota irlandés Roger Casement fue el héroe que denunció al mundo el oprobio del colonialismo y de la explotación del caucho en el Congo y en la Amazonia. Fue la piedra en el zapato de Leopoldo II y Julio César Arana. Vargas Llosa lo reivindica justamente y de paso nos recuerda que todos los héroes tienen pies de barro.
5. Contra el viento del norte. Daniel Glattauer. Trepidante historia de amor que nace y crece en el espacio virtual. Emmi y Leo se conocen por una equivocación de correos electrónicos y desarrollan su relación de esa manera, que, obviamente, engancha con el lector contemporáneo. Pero no es solo eso: la historia y los personajes están muy bien logrados.
6. La idea de la justicia. Amartya Sen. En vez de buscar una justicia perfecta, que nunca existirá, debemos concentrarnos en corregir las injusticias claramente remediables. Esa es la interesante tesis que desarrolla el premio Nobel de Economía, un académico aterrizado y con sensibilidad social.
7. Animales domésticos. Antonio García Ángel. En este libro de buenos cuentos hay uno extenso –casi una novela corta– que sobresale especialmente. Es el que le da el título al libro y su tema es la vida monótona y alienada de una empleada doméstica colombiana en Miami. La vida de este “corazón simple” queda en la memoria gracias a su escritura.
8. El club de los lagartos. Daniel Samper Ospina. Demasiado crudo, se burla de los defectos personales, dicen sus detractores. “Hago caricatura escrita”, aclara su autor. Lo que hay es un nuevo tipo de humor para criticar la élite y la clase política. No es hiperbólico sino literal, ahí está el secreto: el arribismo, la corrupción y la impunidad son descomunales y groseros.
9. Colombia en la poesía colombiana. Varios autores. ¿Se puede contar la historia de un país a través de su poesía? Claro que sí. Lo demuestra este recorrido poético por la historia de Colombia desde la época precolombina hasta nuestros días. La poesía es canto, pero también cuenta.
10. Había que decirlo. Florence Thomas. Este libro, que profundiza en el debate sobre el aborto en Colombia, aparece en el momento oportuno: la Corte Constitucional le recuerda al Procurador sus deberes legales y eleva el aborto a derecho fundamental; de otro lado, el Partido Conservador pretende volver a penalizarlo sin excepciones. http://www.semana.com
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