Pedagogos, técnicos y autoridades educativas debaten pertinencia y prioridades de la actualización curricular
SANTO DOMINGO (R. Dominicana). El debate sobre el texto integrado ha conducido a que académicos, investigadores y pedagogos orienten su mirada a la situación calamitosa en que se encuentra la escuela pública, que hace contrastar el discurso oficial de actualización curricular con las voces de quienes ven con suspicacia, cuando no con sospecha, la inversión de más de 700 millones de pesos solo en la impresión de los nuevos libros.
Este miércoles hubo una amplia discusión entre educadores, pedagogos y técnicos sobre el texto integrado donde quedó claro que más allá del mismo, el problema central del sistema educativo lo constituye la calamitosa situación por la que atraviesa la escuela y las pésimas condiciones de trabajo del personal docente.
El diálogo interdisciplinario, convocado por la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO), contó con la participación como panelistas de Josefina Zaiter (FLACSO); Antinoe Fiallo, Instituto Tecnológico de Santo Domingo (INTEC); Argentina Henríquez, Centro Cultural Poveda, y Dinorah de Lima, Ministerio de Educación.
El selecto auditorio estuvo compuesto por profesores, funcionarios (entre ellos el ministro de Educación Melanio Paredes), técnicos y directores de escuelas públicas y de colegios privados.
Un modelo tradicional y verticalista
La primera en hablar fue la reconocida investigadora del área de las Ciencias Sociales Josefina Zaiter quién, tras dibujar el recorrido de los procesos de reforma educativa llevados a cabo en el país desde los años noventa, estableció la necesidad de cambiar el modelo para que el estudiantado sea centro y protagonista de la construcción del conocimiento.
Para Zaiter es importante que cualquier debate al respecto tenga en cuenta que el dominicano ha sido y es un modelo educativo tradicional y verticalista donde los conocimientos están en “compartimientos estancos”.
En ese contexto es que hay que situar, según Zaiter, la discusión sobre el texto integrado, el cual, desde su mirada, no es sino un recurso pedagógico más, un elemento que “puede contribuir al proceso de una nueva práctica educativa”.
Al relativizar la importancia del texto integrado para el proceso educativo, la experta destaca la necesidad de que los cambios que se introduzcan sean resultado del consenso entre los actores del sistema.
Melanio Paredes, en cambio, defiende la forma unilateral como el texto integrado ha sido introducido en las escuelas porque para él se trata de un cambio facultativo del Ministerio de Educación. “Lo que se ha hecho –afirma- está en correspondencia con los planes aprobados”.
En este aspecto José Antinoe Fiallo puso varios ejemplos de cómo los nuevos libros contienen una serie de palabras y de imágenes que no se corresponden con la realidad dominicana, de la que, a su juicio, habría que partir para la construcción de sujetos críticos y responsables, finalidad de todo proceso educativo.
Fiallo está convencido de que el proceso educativo dominicano va por un lado y la realidad de la vida de los sujetos concretos, estudiantado y profesores, por otro.
Sesgo pedagógico
¿Cuál es la secuencia de los proceso que se plantea en el texto integrado? ¿Cuándo y quiénes tomaron la decisión de hacer el contrato con la institución mexicana que ha diseñado los libros? ¿Se hizo algún concurso, quiénes firmaron el contrato, cuál fue el equipo que trabajó en ese acuerdo, cuáles fueron las referencias de los procesos anteriores, qué ha pasado con la guía docentote? Estas y otras preguntas fueron formuladas por el profesor y quedaron sin responder durante el coloquio.
Fiallo criticó que los nuevos libros de texto tengan en la primera página una referencia del presidente, vicepresidente y ministro de Educación porque a su entender esto induce a “sesgo pedagógico”.
Refirió cómo en la página siete del texto de primero de básica se induce a los estudiantes al autoritarismo con una dinámica de calentamiento basada en las órdenes que da un sargento, también cómo se refieren décimas y poemas de otros países que sacan al niño y la niña de su contexto cultural, y cómo se introducen de manera inadecuada algunos apartados relacionados con la religión.
Citó algunos de los problemas de disociación entre las imágenes y las palabras contenidas en el texto integrado, situación que, indicó, ha sido comprobada en el terreno con algunas investigaciones hechas por profesores.
“La convergencia de medios depende de la estrategia educativa, el lenguaje de las nuevas generaciones queda fuera del texto integrado, el cual debe ser punto de partida o eje central del proceso pedagógico. El desafío es superar el modelo educativo actual, reflexionar sobre el proceso, sobre sus resultados”, explicó.
Centrado en el aprendizaje y surge del Plan Decenal
Distinto es el punto de vista de Dinorah de Lima, viceministra de Educación, para quien el texto integrado está centrado en el aprendizaje y surge del Plan Decenal.
“Es la aplicación de una de las diez líneas del Plan Decenal referida a la actualización del currículo”, dijo la funcionaria al informar que para hacerlo se partió de una “guía de indicadores de logros” a partir del currículo vigente.
Agregó que esos “indicadores” han permitido definir un nuevo modelo pedagógico denominado constructivista y sociocultural que tiene como recursos un paquete de instrumentos entre ellos la biblioteca de aula, texto integrado, libros, audio, etc.
De Lima cree que de esta manera se favorece la modificación de saberes de los niños y las niñas. Algunos de los técnicos y profesores presentes expresaron su desacuerdo con esta visión por no corresponder con la realidad de la escuela, definida por ellos como “un desastre y una calamidad”.
Peor todavía, expresaron que en las actuales circunstancias, con la limitación de los horarios y maestros con tres tandas de clases y pésimas condiciones laborales constituye un contrasentido centrar la prioridad en el cambio de los libros de textos.
Argentina Henríquez estuvo en sintonía con los planteamientos oficiales y defendió la visión de avanzar hacia una pedagogía interdisciplinaria. Detalló los esfuerzos que se hacen desde Poveda en la Regional 10 de Educación, ubicada en el Distrito Nacional, para mostrar que es posible cambiar la situación de la escuela y del sistema educativo.
“Por primera vez el país se interesa en los libros de textos, antes todas las imágenes eran de gente rubia, había racismo, errores conceptuales, no había secuencia, el texto integrado supera esa situación”, dijo Henríquez al argumentar que los libros de texto anteriores sufren de fragmentación de los saberes, privilegian la memorización y ubican en el pasado que se debe superar.
El sistema no funciona
Por otro lado, la discusión dejó en blanco y negro que el sistema educativo dominicano no funciona quedando en duda que el texto integrado sea la solución al problema. La profesora de letras de la Universidad Autónoma de Santo Domingo, Taty Pou, dio un giro al debate al tratar de responder las razones por las cuáles –con base en evaluaciones- los bachilleres que entran a ese centro educativo apenas validan el sexto grado. La profesora evidenció el caos que ha sido la enseñanza de la lengua y de las matemáticas en las escuelas del país.
Igual que Pou otras profesoras señalaron aspectos del sistema educativo enraizados desde hace décadas como el racismo, el machismo y el autoritarismo. Entienden que hay que trabajar desde otra perspectiva y bajo otras condiciones en las que el texto integrado un elemento más del proceso.
Más importante todavía es, según la mayoría de los especialistas que participaron en el debate, la estrategia pedagógica, las condiciones de las aulas y la competencia del personal docente. “Con aulas de más de 50 estudiantes y maestros muriéndose de hambre no podemos hablar de actualización curricular”, expresó el profesor de INTEC Antonio Flores.
Alfonso Torres/7dias.com.do
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