Las trenzas y el espíritu libre del dominicano Manny Ramírez nunca han pasado tan desapercibidos como ahora.
Tomemos en cuenta los temas que han acaparado los titulares hasta ahora: las especulaciones sobre los futuros de Cliff Lee, Carl Crawford y Jayson Werth, las negociaciones de los Yankees con Derek Jeter y el panameño Mariano Rivera y la intención de Kevin Towers de canjear a Justin Upton. Poco se ha hablado este invierno de que uno de los bateadores más temidos en la historia está desempleado y en busca de contrato.
Es suficiente para pensar qu la carrera de Ramírez podría haber llegado a su fin.
Ramírez cumplirá 39 el 30 de mayo, representa una desventaja defensivamente y viene de una temporada en la cual perdió velocidad con el bate y batalló con múltiples lesiones.
Tras jugar en sólo 104 partidos en el 2009, Ramírez ingresó a la lista de lesionados tres veces en el 2010, la última temporada del contrato de dos años y US$45 millones que firmó con los Dodgers. Conectó sólo ocho jonrones en 66 partidos antes de que Los Angeles lo canjeara a los Medias Blancas.
Cuando el gerente general de Chicago, Ken Williams, adquirió a Ramírez en agosto, se pensaba que éste sería la diferencia en la División Central de la Liga Americana. Había salido de la lista de lesionados, estaba de regreso en la Joven Circuito y estaba desempeñado el papel de bateador designado para reposar sus piernas adoloridas.
Pero Ramírez no pudo ayudar a Chicago a superar un déficit de cuatro juegos en la División Central de la Liga Americana ya que bateó .261 y conectó sólo dos extravases en 88 turnos al bate con los patipálidos.
Chicago no le ofreció arbitraje salarial a Ramírez, por lo tanto es difícil señalar a un equipo con el cual podría ser titular. Es igual de difícil imaginar a Ramírez, quien amenazó con retirarse si los Dodgers no accedían a sus exigencias, aceptando un papel inferior.
Ramírez tiene promedio de .313 de por vida con 555 jonrones y es probable que pueda seguir produciendo. Para ser justo, en Chicago se hablaba de su gran actitud con el equipo y se convirtió en un favorito en el clubhouse en el poco tiempo que pasó con los Medias Blancas.
Pero el quisqueyano tendría dificultad en encontrar un equipo que esté dispuesto a arriesgarse a firmar a un jugador de su edad, con sus limitaciones defensivas y con su historial fuera del terreno. No en un mercado en el que también se encuentran el dominicano Vladimir Guerrero, Lance Berkman, Hideki Matsui, Jim Thomy y Pat Burrell.
En estos momentos, su pretendiente principal serían los Azulejos, el único equipo al cual ha sido vinculado en lo que va de la temporada baja. Es algo lógico tomando en cuenta los años que pasó el nuevo manager John Farrell en Boston y la familiaridad de Ramírez con el Este de la Liga Americana.
Es muy pronto para saberlo y el mercado de agentes libres es propenso a cambios y giros inesperados. Pero Ramírez podría ser el próximo Barry Bonds o Gary Sheffield--cañoneros estelares que se vieron fuera de Grandes Ligas a pesar de que eran capaces de seguir jugando.
El representante de Ramírez, Scott Boras, prefiere destacar una comparación con Guerrero.
Tras lidiar con varias lesiones en el 2009 con los Angelinos, Guerrero firmó con los Rangers por un año y $5.5 millones con incentivos que dependían de su desempeño. Resultó ser un buen negocio de parte de Texas, ya que Guerrero terminó la campaña con promedio de .300, 29 jonrones y 115 impulsadas.
Es ese tipo de contrato de un año con incentivos --para desempeñar un puesto titular, por supuesto--que Boras quiere para su cliente.
Pero Guerrero es tres años más joven que Ramírez. Por lo tanto, en estos momentos, el futuro de Ramírez es igual de impredecible que su personalidad.
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