Juan Tomás Olivero Figuereo
Comenzaron a rodar la película, alguien gritó,…acción…; pero los que estaban llamados a hacer el papel de doble, no estaban en escena y fuero cuando se filmaba la última escena.
La venganza de los Dioses, El imperio de las Tinieblas, la Espada Resplandeciente y Las Guerras de las Coronas son cuatro de las celebres novelas histórica de Jacq Christian, en la que se relata la época de esplendor de los faraones y el nuevo imperio en el valle de los reyes egipcios, trascendiendo en grandeza la reina Ahotep y Ramsés el Grande.
El reinado de Sobeyda y Figueroa Agosto parece llegar al final sin desenvainar una espada, sin clavar una daga en el pecho de un súbdito y muchos menos sin recurrir a la mordida de la serpiente venenosa de Cleopatra. Las muertes que anteceden el colapso del imperio llenaron como ríos de sangre las aceras y parqueos de los residenciales y plazas comerciales dominicana, siempre con los mismos argumentos y razones: la red, muerte por encargo, ajuste de cuenta y sicariato.
Se inicia la persecución, se cae la peluca, una camisilla que no alcanza a cubrir el tatuaje en brazos molleduros del más buscado dejaba ver las marcas y signos que lo señalaban como Júnior cápsula. Nadie soba y blande una arma, ningún gatillo alegre se acelera e inicia una balacera, cae el más grande y su reina, ningún mirón sale herido, la vida de los peatones de la Avenida Loisa del residencial Santurce nunca estuvo en peligro, ¿Cuánta diferencia?
Los oficiales de la DEA, US Marshall y el F.B.I. no tienen que responder la pregunta aquella que respondieron los guardias del Sanedrín, quienes armados de palos y espadas prendieron a Jesús de Nazaret en el huerto del Getsemaní, de ¿ a quién buscáis?, Figueroa Agosto tal si conociera un guión pre-escrito se adelantó y dijo… ¡Yo soy a quien buscáis!
TOMADO DE CLAVE DIGITAL
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